Los cristianos occidentales pueden volver a sus raíces y disfrutar nuevamente del entusiasmo, la espiritualidad simple y el crecimiento explosivo del cristianismo primitivo.
En los primeros siglos, el cristianismo fue un movimiento explosivo y viral que se difundió por el boca a boca. La persecución no pudo detenerlo. En realidad, frecuentemente ayudaba a extenderlo. Lentamente, el cristianismo tomó una forma muy diferente, la de una religión institucionalizada y estable que ya no se siguió expandiendo viralmente ni mantuvo a sus practicantes con el entusiasmo y la espiritualidad de los años tempranos.
El entusiasmo y la pasión se pueden recuperar. Efectivamente, es lo que está sucediendo hoy en lugares como China. Para recuperar lo que alguna vez tuvo como derecho de nacimiento, el cristianismo occidental debe volver a sus primeros patrones, prácticas y, por sobre todo, a su promesa de lealtad: Jesús es Señor. Al volver a lo que alguna vez tuvimos, podemos recuperar lo que alguna vez disfrutamos: un crecimiento vibrante y viral, y profunda espiritualidad y poder. Esto requerirá volver a comprometerse con el propio Jesús, no meramente a través de proposiciones teológicas sino en prácticas simples pero vitales que nos reconecten con el Dios vivo y le permitan que nos guíe hacia un explosivo movimiento del evangelio. Esto es exactamente lo que está sucediendo hoy en China. También está comenzando a suceder en Occidente.
El Jesús viral muestra cómo estos mismos principios y prácticas están siendo experimentados en Occidente por un movimiento creciente, y da historias de sus experiencias.
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